domingo, 11 de mayo de 2008

LOS CAIDOS DE LA FALANGE(II)









Nos habiamos quedado en el primer caido de la Falange:Jose Ruiz de la Hermosa.Pues bien,el 4 y el 26 de diciembre de 1933 fueron asesinados a mansalva por grupos de pistoleros de las Casas del Pueblo de Zalamea de la Serena (Badajoz), , y de Villanueva de la Reina (Jaén), próxima a las Navas de Tolosa y a Bailén, dos miembros de las respectivas JONS rurales, llamados Juan Grau y Tomás Polo Gallego.Los dos parecen hombres hechos y derechos, de recias fisonomías campesinas, que nada tienen que ver con el "señoritismo" atribuido por los marxistas de ateneo y de salas de redacción a los "facistas".

En enero de 1934, el gobierno de la república autoriza la publicación del primer periódico falangista de España : FE .(en la primera foto,tenemos a un falangista de la epoca voceandolo por la calle,en la bonita portada del libro de Jose Luis Jerez Riesco)

El primer número se vendió en las calles madrileñas por estudiantes y jóvenes obreros, entre insultos, bofetones y puñetazos, sin que corriera la pólvora, como las juventudes marxistas habían anunciado. El día 11 sale el segundo numero. Los escuadristas del SEU lo vocean estentóreamente en la Puerta del Sol, en la calle de Alcalá, en la Glorieta de Bilbao, en Cuatro Caminos, en la calle del Piamonte frente a la Casa del Pueblo. En la calle de Alcalá, esquina a la de Sevilla, un joven llamado Francisco de Paula Sampol, que hacía compatibles sus estudios con el trabajo de mecánico en la Telefónica, afiliado a la Falange, aunque todavía sin carnet, se acerca a las ocho de la tarde a un muchacho que vocea el primer órgano de la Revolución Nacional:- Dame FE, camarada…

Paga con veinte céntimos las ideas de Platón, que según la ironía cedista(HOY SUS HEREDEROS SON LOS POPULARES,NO LO OLVIDEMOS), contenía la revista por la que José Antonio hacía morir a sus muchachos, se detiene y despliega sus páginas como para buscar una consigna, lanzando a los ojos de los transeuntes, las gruesas siglas de la portada. Al cabo de un rato dobla el periódico cuidadosamente y con la misma parsimonia lo guarda en el bolsillo de la gabardina, procurando dejar fuera y bien visibles las dos iniciales de su FE. Echa a andar maquinalmente sin advertir que le siguen dos o tres jóvenes que, un poco más allá, frente a la puerta del teatro Alcázar, le hacen casi a bocajarro dos disparos de pistola por la espalda, alcanzando su corazón que riega con su sangre las losas de la calle alegre y confiada.
Con el de Francisco de Paula Sampol, se inició el ritual de los entierros falangistas. Cinco o seis centenares de muchachos le saludan brazo en alto y contestan el nombre de su camarada caído gritado emocionadamente por José Antonio, con un unánime y fragoroso "Presente".






En la noche del 27 de enero, es asesinado a tiros en la calle del Clavel de Madrid, Vicente Pérez, obrero libre, pero no falangista, que se ganaba la vida sin querer acatar la tiranía de los Sindicatos marxistas o cenetistas, razón suficiente para que le privara de ella el frío sadismo de los pistoleros. Como Vicente Pérez, aunque servía como capataz a FE periódico no se había afiliado todavía a FE movimiento, no sería incluido en el telón de nuestros muertos.






Matías Montero y Rodríguez de Trujillo, quinto caído de la Falange, había nacido en un piso de la casa número 5 de la madrileña calle de Carranza, el 28 de junio de 1913, siendo el segundo de los tres hijos de un ejemplar matrimonio.El padre murió en 1918 y la madre, el 10 de mayo de 1921, a los cinco días de recibir Matías la Primera Comunión. Los tres huérfanos fueron recogidos en la casa de la calle del Marqués de Urquijo, número 21, en que habitaban su abuela materna y sus tías Rosario y Rafaela Rodríguez de Trujillo.

En octubre de 1933 inició el último curso de su carrera. El 29 estuvo en el teatro de la Comedia y oyó la voz de José Antonio. Inmediatamente se afilió a la Falange, como otros muchos camaradas jonsistas, y entró a formar parte de la redacción de FE, aquella revista perseguida por el lápiz rojo de los censores, las ironías de los parlamentarios y las pistolas de las juventudes marxistas, y fue nombrado triunviro del naciente SEU de Medicina. El excelente universitario lleno de inquietudes científicas y literarias, el escritor de buena pluma, no vaciló, en vista de las dificultades que FE encontraba para su venta callejera, en convertirse en vendedor del periódico que redactaba, voceándolo ante las tabernas y puntos de reunión de los jóvenes del puño en alto y la hoz y el martillo. Después de cumplir ese humilde acto de servicio a la Falange y a España, Matías Montero perdió la vida, justificando con su sangre unas palabras que su madre solía decir mirando al niño, sin que cuentos la oían adivinasen el misterio profético de aquella afirmación: "Matías es un predestinado".


En su libro La rebelión de los estudiantes, David Jato describió así el trágico suceso: "FE se vendía por grupos, con objeto de protegerlo contra los ataques de los milicianos socialistas y comunistas. Cuando terminó la venta del número 6, en el que se relataban, precisamente, los sucesos de San Carlos - el asalto a la FUE de Medicina, comentado por José Antonio el 2 de febrero, en el que se declaró que Falange podía hacer con sus muertos símbolo de enseñanza o escuela de sacrificio pero no convertirlos en efectos políticos desdeñables -, Matías Montero fue seguido por un pistolero, quien en la calle de Mendizábal- hoy de Víctor Pradera- le disparó tres tiros por la espalda y , ya caído, otro más a bocajarro".
Por su hermana se ha sabido que un minuto antes, al despedirse de un amigo que iba con él por vivir cerca, le pidió un cigarrillo. El amigo, al ofrecerle su pitillera, le dijo en bromas estas palabras de las que nunca se consolaría: "¿Toma, y a ver si es el último que me pides!" En el momento de los disparos del pistolero, una joven que pasaba por la acera se desmayó, por lo que los transeúntes creyeron en un principio, que se trataba de un crimen pasional. Un compañero suyo de colegio que vivía en la calle de Mendizábal oyó las detonaciones y reconoció la voz de Matías. Salió corriendo para avisar a su antiguo profesor en los Sagrados Corazones, quien pudo llegar a la Casa de Socorro a la que el moribundo había sido trasladado, y administrarle la extremaunción.
Enterado José Antonio al volver de una cacería de la muerte de su joven camarada, se juró a sí mismo acabar con los actos frívolos en su vida. Y en el momento de dar sepultura a su cadáver en el cementerio de Santa María, pronunció su famoso Presente:
"Aquí tenemos, ya en tierra, a uno de nuestros mejores camaradas. Nos da la lección magnífica de su silencio; otros, cómodamente, nos aconsejarán desde sus casas ser más animosos, más combativos, más duros en las represalias. Es muy fácil aconsejar. Pero Matías Montero no aconsejó ni habló: se limitó a salir a la calle a cumplir con su deber, aun sabiendo que, probablemente, en la calle le aguardaba la muerte. Poco antes de morir dijo: "Sé que estoy amenazado de muerte; pero no me importa si es para bien de España y de la causa". No pasó mucho tiempo sin que una bala le diera cabalmente en el corazón. Donde se acrisolaba su amor a España y su amor a la Falange. ¡Hermano y camarada Matías Montero y Rodríguez de Trujillo, gracias por tu ejemplo! Que Dios te dé eterno descanso y a nosotros nos lo niegue hasta que sepamos ganar para España la cosecha que siembra tu muerte. Por última vez: Matías Montero y Rodríguez de Trujillo: ¡Presente! ¡Arriba España!.

La lista de caídos siguió aumentando, aunque de la mayor parte de ellos se carezca actualmente de precisiones biográficas. A la salida del acto del 4 de Marzo de 1934 en Valladolid, en el que se proclamó la indisoluble fusión de Falange y de las JONS, resultó muerto otro estudiante de Medicina, Angel Abella, que había asistido al mitin. Dice Jato que no estaba afiliado al SEU, pero moría dentro de la comunidad ideológica de la Falange. Añade que "en el grupo asesino figuró Calle, un marxista, Presidente de la FUE de la Escuela Normal, contra quien mantuvo una gallarda acusación, en el acto del juicio, otro seuista, estudiante también de Medicina, González Vicén." Por carecer de carnet del SEU, de las JONS o de Falange, Angel Abella no figuraría en telón de los caídos.


















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